Melodía de Recuerdo


  Cada cierto tiempo, Sam se sentaba frente a su viejo piano y tocaba. Para él, los sonidos lo transportaban a lugares inalcanzables y cerrando sus ojos, acompañaba el movimiento fluído de sus dedos.

  Tocar lo relajaba completamente, porque hacía que olvidara sus problemas, su tristeza y su soledad. Los recuerdos afloraban y se hacían tan tangibles que no quería ni siquiera parpadear, todo era tan maravilloso en ese universo paralelo, tan enriquecedor, tan vivo. Cuando finalizaba sus sesiones y se veía obligado a abrir sus ojos, retornaba nuevamente al infierno de su propia realidad. No fue fácil perder a la compañera que, durante tantos años estuvo a su lado. Sam sabía que la vida, cuando golpea lo hace con fuerza, pero no quería entender, se rehusaba a hacerlo.

  La habitación, que supo contener los mejores y más extraordinarios momentos de su vida, se iluminaba apenas por una tenue luz de una pequeña lámpara. Las sombras proyectadas, eran el reflejo de lo que aquel hombre sentía. Para él, todo carecía de sentido, la única cosa que valía algo era su piano.

  Una noche, mientras tocaba una de las melodías favoritas de Lauren, observó el único cuadro que estaba colgado en la pared. Las sonrisas de ambos en aquella fotografía, hizo que Sam se emocionara recordando el momento exacto. Un pequeño viaje a México donde la pasaron de maravilla y sin lugar a dudas, uno de los momentos más hermosos que vivieron juntos. En ese instante, su rostro se fué apagando poco a poco hasta volverse inexpresivo. ¿Cómo algo tan lindo se había esfumado para siempre?, bajó la mirada acongojado, secándose las lágrimas con sus manos y, no fue hasta ese momento que notó un pequeño trozo de papel doblado y maltrecho debajo del piano, tapado por cajas y diversos trastos; lo tomó con cuidado entre sus dedos y lo abrió extrañado, principalmente porque nunca antes lo había visto. Para su sorpresa, era una carta de su esposa, la cuál decía lo siguiente:


  •   Mi querido Sam, bien sabes que el cáncer es una maldita enfermedad y pronto no quedará más de mí en esta tierra. Sin embargo tú, que has sido el testigo y compañero de mis locas aventuras a lo largo de esta vida, debes seguir adelante, porque has sido el mejor compañero que esta mujer pudo haber tenido en esta vida. No me alcanzan las palabras para expresarte lo mucho que te quiero, pero, algo que quizá me pueda ayudar aunque sea en una pequeña parte a demostrártelo, es esta canción que me gustaría que tocases cuando yo ya no esté...

   A medida que iba leyendo con detenimiento la carta, Sam se dio cuenta que Lauren, durante su último tiempo, había estado componiendo una melodía, algo que tenía muy guardado hasta ese momento. Si bien sus manos temblaban, Sam tomó coraje y se puso a tocar la pieza musical. Para su sorpresa, los sonidos que formaban aquella melodía, lo hacían viajar en el tiempo y volver al momento exacto en el que estaban sentados en la terraza de la habitación del hotel, contemplando la  belleza del paisaje nocturno a la luz de las velas.

  El recuerdo era tan cercano que parecía como si hubiese sido el día anterior, lo recordaba todo a cada sonido que las teclas de su viejo piano reproducían, incluyendo una frase de su esposa que lo dejó perplejo.

  •   Cariño, siempre manten la calma, que la vida se encarga de explicar las cosas que hoy no tienen sentido. 

  Fue ese el momento, en que Sam lo comprendió todo, su esposa Lauren, ya sabía que estaba enferma y había preparado todo para que su partida fuese sólo un pasajero recuerdo. En su lugar, compuso la melodía para que Sam la tocase siempre que se sintiera mal. 

  Apretó con fuerza el papel con la carta y volvió a mirar detenidamente el cuadro, la sonrisa de Lauren seguía tan transparente como siempre y sus ojos reflejaban la pureza más grande que un ser humano podía tener.

  El viejo hombre y el viejo piano, se encontraron una vez más para transitar el camino hacia un sueño constante, pero ahora, acompañado con una sonrisa de su célebre pianista.




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