Al calor de las llamas

 Cuando abrí los ojos, lo primero que noté fue la oscuridad total que me rodeaba.

- ¿Qué está pasando? Fue lo primero que mi mente se formuló. - ¿Me quedé ciego?

   Instantes después, me di cuenta que apenas podía moverme. El espacio que separaba mi cuerpo de lo que fuese que estuviera a mi alrededor, era demasiado estrecho. Realicé varios movimientos con mis manos y pies para intentar adivinar al menos, donde podía estar.

   La sensación de incomodidad era tal, que había empezado a invadirme el miedo y la desesperación. Comencé a patalear y golpear con fuerza todo a mi alrededor.


   Pasado cierto tiempo, el cansancio había empezado a aparecer conjuntamente con la agitación por falta de aire. Mi cabeza seguía perdida en su conflicto interno por intentar descifrar que era este lugar tan sombrío y solitario.

  - ¡Ayuda!, ¡Que alguien me ayude! Fueron las pocas palabras que mi boca podía emitir. Cada vez estaba más cansado y mis ojos empezaban lentamente a apagarse.

   Poco a poco, comencé a percatarme de que hacía cada vez más calor. Mi cuerpo empezó a sudar con rapidez.

   Volví a retomar fuerzas para seguir haciendo ruido, golpeando una y otra vez lo que ahora sí, parecía ser madera.

- ¿Estoy en el infierno?, ¿O en una playa? Comencé a preguntarme.

   El calor abrazador seguía apareciendo cada vez más fuerte. Mis pies fueron los primeros en notarlo ya que se me hacía realmente un sufrimiento mantenerlos en la misma posición. Las gotas de sudor rodeaban por completo mi rostro y se deslizaban por la comisura de mis mejillas.

   Mis manos, que hasta el momento eran de las pocas cosas que me conectaban con la realidad, estaban empezando a sentir lo mismo que mis extremidades inferiores.

   El miedo volvió a hacerse presente y presa de él, empecé a sacudirme en un vaivén frenético de un lado para otro. Mi cabeza empezó a golpearse con fuerza contra la sólida madera. Sentía como un dolor punzante se hacía cada vez más notorio en mi frente, pero aún así, continué golpeándome sin parar.


   Ya completamente absorbido por mi estado de semi inconciencia, comencé a escuchar tenues voces a lo lejos, como murmullos indescifrables. Esos destellos aparecían por un momento y luego volvían a desaparecer, a veces incluso, se prolongaban por varios segundos.

   Intenté abrir mi boca para volver a pedir ayuda, pero nada salió de ella. Apenas ya sentía mi corazón latir sus últimos bombeos de sangre.

   El fuego había comenzado a rodearme por completo y fue ahí, en ese preciso y maravilloso momento cuando la vi. Una flameante llama amarilla empezaba ahora a formarse cerca de mi rostro, un acontecimiento aterrador y a la vez impresionante. Era su espectador más directo, su único espectador.

   Para mí, contemplar el despliegue de las llamas era el principio del fin, mi mente ya lo sabía y mi cuerpo también.

    Tan sólo me quedaba esperar.

- ¿Esta es la muerte que ha venido por mí? Me dije completamente absorbido.


   Finalmente, me quedé quieto, mi sentencia había llegado. Tal vez no estaba pronto en un principio, pero aún así, me aferré con fuerza a mi destino.




Publicar un comentario

0 Comentarios