Ilusiones de Ruleta

   Cuando Pedro despertó aturdido, lo primero que notó es que se encontraba totalmente amarrado a una silla. La confusión, lo absorbió por completo, no entendía nada ni tampoco recordaba cómo había llegado hasta ahí. Frente a él, se encontraba un revólver apoyado sobre la mesa.

     La habitación irradiaba una sensación espantosa de ansiedad y miedo, siendo la única fuente de luz, aquella que alumbraba el arma.

     Pedro rápidamente comenzó a gritar pidiendo ayuda. Sin embargo, del otro lado nadie respondía. Buscó la forma de desatarse, intentando balancearse sobre la silla sin mayores resultados.

    Frustrado, no dejaba de contemplar al revólver que apuntaba hacia él, no había nadie más y aún así sentía pánico absoluto por su presencia. La cabeza le daba vueltas, intentando descifrar lo sucedido, intentando darle una respuesta coherente a lo que estaba enfrentando. Le entraron ganas de llorar y así lo hizo, ahogado en un mar de lágrimas que no podía contener.

   Su cuerpo temblaba y de sus muñecas comenzaban a caer tenues gotas de sangre, producto del fuerte amarre que éstas tenían.

   Con el paso del tiempo, Pedro fue perdiendo fuerzas, agotado de luchar contra lo desconocido y lentamente empezó a adormecerse. No fue hasta ese momento, que sintió un fuerte golpe en su cabeza que lo sacudió por completo. Algo o alguien le había dado un cachetazo que lo hizo perder la compostura por unos segundos.

 Finalmente, cuando recobró el equilibrio, observó que, del otro lado de la mesa, se asomaba una silueta que no le quitaba la vista de encima. No podía reconocer quien era, apenas lo podía ver con la poca iluminación del lugar.

   La figura, que parecía recobrar la forma de un hombre tomó el arma entre sus manos y giró la recámara. Instantes después, sólo atinó a decir - “La suerte está ligada a las ganas de vivir” y apretó el gatillo.

   Del arma sólo se escuchó un simple clic, pero nada salió de ella.

   Pedro entró en estado de locura y empezó a gritar, la situación hizo que se orinara en los pantalones.

   - ¡Por favor déjame ir! Decía mientras las lagrimas se escurrían con fuerza en su rostro. - ¡No quiero morir por favor, suéltame!

   El hombre extraño, no omitió palabra alguna, simplemente volvió a girar la recámara del revólver y a repetir la frase – “La suerte está ligada a las ganas de vivir”, volviendo a apretar el gatillo.

   Nuevamente no salió la bala.

   Para ese entonces, Pedro se dio cuenta de que aquella persona, estaba jugando con él una especie de ruleta rusa, donde en el revólver, únicamente se encuentra alojada una sola bala, mientras el resto del compartimiento del arma, permanece vacío. Un macabro “juego” que sólo aquellos verdaderos locos llegan a adentrarse.

   Sin embargo, ¿Por qué aquel extraño estaba haciendo eso con él?, se preguntaba. Era algo que todavía no lograba descifrar y tampoco tenía demasiado tiempo para averiguarlo.

   El extraño, giró nuevamente la recámara del revólver volviendo a repetir la misma frase. “La suerte está ligada a las ganas de vivir”, apretando el gatillo, segundos después.

   Para “suerte” de Pedro, la bala alojada en el revólver parecía no querer cumplir su función.

   -Escúchame. Atinó a decir. -Se que no he sido un hombre ejemplar, bah que más da, ¡HE SIDO UN COMPLETO TIRANO!, he cometido errores y lo lamento de verdad, si me perdonas la vida te juro que no los volveré a hacer.

   La sorpresa en los ojos de Pedro no fue buena, el extraño hombre, parecía hacer caso omiso de sus palabras y procedió nuevamente con su cometido.

   La desesperación de Pedro llegó al límite, se le estaba acabando el tiempo y no tendría más oportunidades. Por este motivo y desde lo más despiadado de su oscuro corazón confesó sus perversos secretos.

   -Soy culpable, yo soy culpable de lo que les pasó a las chicas desaparecidas, soy un maldito enfermo. Decía con angustia. -Déjame vivir por favor y juro que me entrego, lo juro por Dios que me entrego. Arruiné familias enteras por ser un estúpido obsesivo, pero no puedo controlarme, hay algo que me incita a hacerlo, algo me atrae de ellas. – Tan sólo dame una oportunidad de cambiar y no volverás a saber de mí, déjame vivir por favor.

   La silueta del hombre extraño se detuvo un instante, contemplándolo a través de sus ojos fríos y misteriosos. Inmóvil en las sombras lo observaba con detalle. Poco después, dejó el arma apoyada en la mesa y se inclinó para dejarse ver a través de la luz.

   Pedro lo observó con detenimiento y asombro, puesto que, frente a él, no se encontraba un hombre, sino que, en su lugar, había una bestia.

   Aquel demonio, lo miraba con sus ojos completamente llenos de odio y con una sonrisa cruel y profunda.

   Finalmente, para sorpresa de Pedro, el gran demonio sentenció:

   - La suerte está ligada a las ganas de vivir, pero tu existencia en este mundo está ligada a lo que has hecho. Tú alma será mía en cuanto abandones esta tierra mortal y sufrirá el tormento de tus actos por toda la eternidad.





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