La Habitación

  Grindel se despertó una noche de tormenta fuerte, el sudor recorría todo su rostro, había estado soñando cosas espantosas que harían que cualquier persona perdiese completamente la cordura.

  Se levantó de la cama rápidamente, se ajustó sus pequeñas pantuflas y salió de la habitación a toda prisa.

  El largo pasillo que separaba su habitación de la de sus padres, estaba terroríficamente absorbido por la oscuridad de la noche.

  Afuera, la incesante lluvia no paraba y lo poco que podía verse desde la ventana eran las luces de la calle y alguna que otra casa iluminada.

  Tomó coraje para atravesar aquel umbral oscuro, el cual, recordaba totalmente diferente cada mañana que pasaba por allí.

  Secándose las lágrimas que caían de su rostro con un extremo de su pijama, se acercó cada vez más  a la puerta.

  Giró el pestillo y la abrió lentamente.

  Allí dentro, la escena que presenció, no la olvidaría nunca más.

  Las paredes estaban pintadas de sangre así como también la cama y el resto de los muebles. Sus padres, tendidos en el suelo, rodeados por dos enormes charcos rojos, se encontraban con la mirada perdida hacia el techo. Ambos presentaban heridas y cortes muy grotescos, faltándoles incluso, partes del cuerpo.

  Grindel pegó un grito agudo muy fuerte que retumbó en toda la casa, se giró rápidamente para salir en busca de ayuda y, para su sorpresa detrás de él, se encontraba aquello que lo dejó completamente inmóvil y con los ojos blancos.




Publicar un comentario

0 Comentarios